miércoles, 11 de enero de 2012

Papa cuentame otra vez VIII--La proletarizacion

Una de las consignas-moda de la época era la “proletarización”. Los hijos de clase media acomodada, para poder vivenciar lo que era el proletariado debíamos ponernos en su lugar asumiendo trabajos de obreros, que nunca hubiésemos pensado realizar.

Recuerdo nuestro primer intento fue ir a pedir laburo en Somisa de San Nicolas, alguien nos dijo que nos presentemos como “medio-oficial” lo que sería un ayudante que sabe medio…poco. Fuimos Hugo, el Loco y yo. Recorrimos oficinas de contratistas dentro del predio, presentándonos como “medio-oficial albañil—cañista—montador” y además…”escribimos a máquina y sabemos algo de ingles…” lo que tiraba abajo nuestro currículo laburante. Con 16 años rubiecitos todos, no convencimos a nadie. Uno solo, para jodernos dijo “así que son montadores” (aclaro es un oficio que no tiene que ver con caballos, sino con andamios) “bueno tengo un laburo para Vds. , hay que montar una escalera en esa chimenea” señalando una torre redonda, lisita que se alzaba unos 30 metros de altura ante nuestros sorprendidos ojos…

En el segundo intento fuimos con el Loco Forti a cosechar maíz a mano en Saladillo y allí si la sufrimos de verdad. La tarea era muy dura: te dan una bolsa llamada “maleta” que cuelga de un cinto y arrastras entre las piernas por el surco con barro, en la mano llevas una especie de guante con una púa que se llama “aguja”. Clavas y abrís la chala desde arriba, cortas la espiga y la metes en la bolsa que al final del surco puede pesar 40 kg .
Saladillo está a unos 200km de Pergamino. Nos vestimos con ropa de laburante y fuimos con la plata del pasaje. Nos alojamos en una fonda-pensión, muy humilde. Recuerdo la cama le cruzábamos un palo para que no se hunda tanto. Yo alcance a laburar un día y caí en cama con una gripe con fiebre que volaba y el Loco siguió trabajando una semana, para juntar la plata y volvernos. Allí sufrimos lo áspero del trabajo, lo que es estar enfermo en la pobreza, y lo que más nos golpeo, la discriminación de los propios pibes de clase media que eran iguales a nosotros pero nos miraban con desprecio por la ropa que llevábamos. Recuerdo sentarnos en la plaza frente a un bar que se llamaba “La Farsa” viendo pasar a los pibes y chicas que serian de nuestro ambiente en Pergamino y aquí nos miraban con asco. Nunca nos olvidamos el nombre de ese bar, toda una definición.

Y lo otro muy importante que aprendimos fue la solidaridad natural de los que menos tienen. Los dueños o encargados del hospedaje, gente muy humilde, se porto maravillosamente bien con nosotros y en particular conmigo que viví esos días enfermo sin poder levantarme de la cama.
Como experiencia fue breve, pero lo suficiente dura para dejarnos un aprendizaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario