lunes, 7 de noviembre de 2011

Papa cuentame otra vez V -- Manifestaciones

La militancia cristiana comenzaba a contagiarse de la ebullición social de esos años de la Dictadura de Onganía. A Pergamino habían mandado un Interventor Municipal, un tal De Napoli, de ideas fascistoides que llego a la ciudad rodeado de su grupo de choque, entre quienes estaban unos gorditos, que eran sus hijos. Recuerdo si, a Luis Alonso, ( que se caso con una chica de Pergamino) y al que todavía suelo cruzar en los pasillos del Congreso. Luisito era un conspirador nato, de esos que se pasaban anunciando golpes de coroneles y otras yerbas. Venía de Tacuara y solía contar del “Gordo Baxter” que “lo escuchabamos maravillados mientras engullía fideos y nos hablaba de Primo de Rivera y la falange española y resulta que ahora se nos pasó a la extrema izquierda…”

En la calle San Nicolás frente a la municipalidad había una confitería donde parábamos todos, izquierdas, derechas, radicales, peronistas, etc.., en mi pueblo éramos tan pocos los activistas que nos conocíamos todos.

No recuerdo fechas, pero supongo seria 69-70 años del Cordobazo y Rosariazo, en Pergamino tuvimos varias manifestaciones populares. La cosa empezaba en unas asambleas convocadas por Luz y Fuerza creo, en un microcine de Bvard Ugarte y San Nicolas, desde allí la manifestación bajaba por la calle principal San Nicolás hasta la Municipalidad. La policía en general mantenía una actitud prescindente salvo algunos casos. Recuerdo una, que la manifestación siguió de largo hasta la casa del Intendente De Napoli y cuando apedreamos la puerta de la casa, se pudrió todo y la cana entro a reprimir mal. Otra vez, una manifestación frente a la municipalidad terminó en una nutrida balacera entre el “grupo de choque” y los manifestantes. Por suerte a pesar de la cantidad de disparos intercambiados, salvo vidrios rotos no hubo que lamentar ni un herido leve.

Esto era una situación bastante común de la época (conozco varias anécdotas) donde había una suerte de “tiroteos amistosos” diríamos, o eran muy malas armas y los tiradores, que nadie salía herido. Mi amigo Fierro cuenta de una reunión peronista en Bahía Blanca en un salón de 10x5 donde se apago la luz y todos sacaron los fierros y empezaron a tirar, y cuando se prendió de nuevo, el humo de pólvora ahogaba pero… no había ningún lastimado.

Y volviendo a Pergamino, los contendientes del tiroteo de la noche al otro día se cruzaban en el bar, mirándose de reojo y comentando cada cual su versión. Todavía el romanticismo, el valor individual, la caballerosidad del duelo y cierta inocencia impregnaban la lucha.

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